Si definimos la palabra emociones de manera formal, podemos decir que se trata de reacciones psicofisiológicas que experimentamos las personas ante determinados estímulos, considerados importantes para cada uno. La función principal de las emociones es ayudarnos a sobrevivir, actuar y que podamos adaptarnos a las diferentes situaciones ante las que nos coloca la vida y el entorno. En otras palabras, se trata de un termómetro interno capaz de proporcionarnos información relevante sobre cómo estamos por dentro o la manera en la que nos impactan las situaciones que vivimos. Las emociones son las encargadas de regular nuestras conductas, debido a que nos impulsan a la hora de actuar y movernos en una u otra dirección.
Si algo define a las emociones, es su carácter universal y común a todas las culturas y personas. Nadie escapa a ellas, puesto que se trata de algo inherente al ser humano, sin importar el sexo, la raza, la condición o la edad. La diferencia puede residir en la intensidad de las mismas o el manejo que cada individuo hace de ellas. Se manifiestan tres áreas: cuerpo, pensamiento y comportamiento.
Ante la presencia de una emoción el cuerpo sufre una serie de cambios corporales involuntarios (sudoración, sensaciones viscerales, aumento o disminución del ritmo cardiaco, etc.); puede alterar el tipo de pensamiento, su intensidad y frecuencia, así como otros procesos cognitivos como la memoria o la atención; y proporcionan un impulso para actuar, por ejemplo el asco nos invita a alejarnos y la tristeza a recogernos.
Dada la capacidad que poseen las emociones, es normal y frecuente que a veces, se desestabilicen y nos lleven a tener que hacer verdaderos malabares con ellas, con la finalidad de mantener un equilibrio. Aun así, puede resultar complicado en según qué situaciones o circunstancias. Pasar de la alegría a la tristeza en tan solo unos segundos, sentir la mayor motivación y ganas y de repente, abrazar la apatía y la desgana o pasar del dolor a la rabia, suponen un grado de inestabilidad emocional.
De la risa al llanto
Algo que todos podemos experimentar en algún momento de la vida. Sin embargo, hay personas que sienten este tipo de sensaciones y cambios continuos en su día a día. Esta continua variación en el estado de ánimo, puede conllevar un riesgo para la salud y el bienestar mental. En Haya Psicólogos con décadas de experiencia en psicología clínica, hemos hablado sobre el desequilibrio emocional, lo que supone y como se puede manejar.
Detectar este desequilibrio, es decir averiguar si es algo puntual o se repite de forma prolongada, así como aprender a gestionarlo es algo que debemos hacer en caso de sufrir este tipo de cambios en el estado emocional.
Ya sabemos que la inestabilidad emocional consiste en una alteración mental, caracterizada por una notable variación de los estados emocionales. Las personas inestables a nivel emocional, viven continuamente en una montaña rusa de sensaciones, pasando de cero a cien y al revés, en un solo instante, sin que medie una razón o esta se corresponda con la intensidad.
A diferencia de los estados de ánimo, las emociones son reacciones de mayor intensidad, variables y momentáneas ante determinadas situaciones. En tanto que el hecho de tener un ánimo bajo o alto, puede prolongarse durante semanas, ya que lo determina el sistema nervioso, las propias experiencias y el estilo de vida. Es decir, las emociones son más efímeras y los estados de ánimo, prolongados, aunque en un estado de ánimo elevado, puede producirse un momento emocional negativo sin que trascienda.
Sin embargo, en las personas inestables a nivel emocional, suele suceder que su estado de ánimo fluctúe de forma frecuente, como sucede con sus emociones. Llegados a este punto, hay que señalar y dejar claro que, este tipo de comportamiento no implica que se padezca ningún trastorno mental o psicológico, salvo excepciones o que haya una sintomatología mayor, como ocurre con el TLP o el Trastorno Bipolar.
En el caso de pasar por estos cambios emocionales, resulta esencial prestar atención a las señales emitidas por la conducta de la persona. Si bien es cierto que los mismos, pueden variar en cada persona, existen patrones comunes y fáciles de identificar, si se presta la atención necesaria. Veamos de cuales se trata:
- Estados de euforia, cuando la personas siente una gran motivación, su actitud es optimista y se siente capaz de todo.
- Tristeza y apatía, cuando se produce la desgana, se pierde el interés y se mezcla la angustia con la irritabilidad.
- Intolerancia a la frustración, marcado por la dificultad para controlar las emociones y una gran susceptibilidad. A esto se unen la baja autoestima y la inseguridad.
- Incapacidad para ser constante, aunque la persona se sienta motivada para sacar adelante sus proyectos, cuando entra en fase depresiva los deja.
- Dificultad para separar los problemas, no son capaces de separar problemas personales de otras áreas como el trabajo o los estudios.
Lo que implica ser una persona inestable
El desequilibrio o inestabilidad emocional, se considera como una alteración de la afectividad. Las personas que padecen esta alteración, como venimos diciendo, sufren grandes altibajos en sus estados de ánimo y las emociones que los preceden, sin que exista una causa que los justifique. Este tipo de personas, son capaces de pasar de la risa al llanto y viceversa con suma rapidez, debido a su incapacidad para conservar los afectos durante un tiempo prolongado. En algunos casos, el tiempo de permanencia de la emoción es mayor, pero siempre, fluctúan entre extremos.
Ya hemos comentando que las emociones son una respuesta a tres niveles, antes una determinada situación. Se caracterizan por su intensidad y duración, mayor en intensidad y menor en duración que un estado de ánimo. Siendo la emoción lo que sentimos cuando, por ejemplo sentimos pena por un animal que sufre o vemos a un amigo tras un largo periodo de tiempo. Por el contrario, los estados de ánimo, son más estables a lo largo de tiempo, pudiendo durar días o semanas, debido a que se determina por varios factores entre los cuales se encuentran las características del sistema nervioso, el estilo de vida, las experiencias vitales y los biorritmos.
Con todo esto, podemos afirmar que la inestabilidad emocional no constituye un trastorno en sí mismo, sino que es una característica de la personalidad. No obstante, en algunos casos y personas, puede tratarse de un problema de mayor complejidad, como ya hemos comentado. Ante la duda de si estamos ante un problema de mayor gravedad e importancia o, sencillamente la inestabilidad es un rasgo de nuestra personalidad, debemos asegurarnos.
En primer lugar, las personas que padecen desequilibrio emocional, sufren este tipo de alteraciones de las emociones y el estado de ánimo, como parte de su personalidad, sin que exista la presencia de otros síntomas que indiquen que puede existir algún trastorno de base. Por el contrario, son varios los trastornos psicológicos que cuenta con el desequilibrio emocional como uno de sus síntomas.
A modo de ejemplo, citaremos el trastorno límite de la personalidad, en este caso, el desequilibrio emocional, se une a la alteración de la identidad, ideación paranoide, problemas para controlar la ira y comportamientos autolesivos, entre otros. En el caso de las personas que padecen trastorno bipolar, se presenta agitación motora, insomnio, síntomas psicóticos, ideación suicida… La vida social y laboral de estas personas se ve afectada en gran medida, en tanto que las personas con inestabilidad emocional, no.
Las causas que pueden llevar a una persona a sufrir inestabilidad emocional, son variadas, pudiendo tratarse desde alteraciones del metabolismo hasta el estrés, pasando por experiencias negativas sin superar. El estilo de vida y la alimentación juegan un papel importante en este sentido, dado que existen algunas investigaciones médicas que demuestran que, la ingesta de algunos alimentos, puede ejercer como antidepresivo natural, en tanto que otros, hacen lo contrario. Por ejemplo el chocolate puro se considera antidepresivo, mientras que los alimentos ricos en grasa y azucares llevan a la depresión.
Por otro lado, la genética desempeña un papel de gran relevancia en la inestabilidad emocional. Se ha descubierto que en algunas personas con desequilibrio emocional existen cambios en algunas estructuras cerebrales.
Si sumamos el desequilibrio emocional, la falta de seguridad y los problemas de autoestima, la calidad de vida de la personas se ve afectada. Por lo que resulta imprescindible buscar el apoyo necesario para superar este problema. En la actualidad, la terapia psicología constituye el primer paso para encontrar el equilibrio emocional necesario y disfrutar de una vida más plena. Desarrollar la autoestima, manejar el estrés, aprender pautas de comportamiento asertivo y mejorar otros aspectos, propician el equilibrio emocional.
No hace mucho tiempo que se pensaba que la personalidad era algo inmutable que no se podía modificar. Lo que invitaba a pensar que una persona con inestabilidad emocional estaba condenada a hacer malabares con sus emociones de por vida. Afortunadamente, hoy sabemos que con la ayuda adecuada y siguiendo una terapia, es posible encontrar ese equilibrio emocional tan necesario. A todo esto, añadir que todos, en algún momento de la vida, podemos sufrir un episodio de inestabilidad emocional, por lo que conviene estar alerta y actuar con la mayor celeridad posible.