Queso de oveja: sabroso y saludable

El queso es uno de esos alimentos que no deja indiferente. Sus detractores son muy pocos y sus amantes infinitos. Difícilmente puedes encontrar a una persona a la que no le guste el queso en alguna de sus numerosas formas: fresco, curado, en lonchas, rallado, en polvo, quesitos… Este producto elaborado con leche y poco más, es un alimento completo que aporta grandes beneficios para la salud, al mismo tiempo que al paladar. Como decimos, es difícil encontrar alguien a quien no le guste, aunque haberlos hay los y tremendamente fácil, encontrar fervorosos amantes de este manjar que cuenta con cientos de preparaciones y denominaciones de origen.

Un claro ejemplo de lo que da de sí un producto tan básico como la leche. A esta se le añade cuajo y sal y voila, meses después, un buen queso para degustar. Aunque su proceso no es tan básico, pues requiere cierto mimo y dedicación, además de obtener una materia prima de primera calidad. Sobre todo cuando se trata de quesos de oveja, de los que vamos a hablar en este artículo. No solo por su inconfundible sabor, sino por las propiedades que posee y sus múltiples beneficios para la salud.

Para conocer a fondo todo lo relativo al queso de oveja, nos hemos acercado a Adiano, cuyos quesos manchegos con denominación de origen son elaborados con mimo a partir de la mejor leche de oveja de los campos manchegos. Cabe señalar que para que un queso manchego sea manchego, este debe elaborarse con la leche de oveja manchega y no otra. Aunque en este artículo, vamos a hablar del queso de oveja en general y del manchego en particular. Como tesoro gastronómico nacional el queso de oveja cuenta con una serie de propiedades y beneficios únicos que, enriquece nuestros platos y nuestro paladar, al mismo tiempo que cuida de nuestra salud.

En qué se diferencia el queso de oveja

Quesos hay muchos. De todo tipo: fresco, tierno, semicurado, curado, viejo, azul, de pasta, de leche de vaca, de leche de cabra o de leche de oveja, mezcla… todos tienen su esencia, sin embargo el queso de oveja tiene algo que lo hace especial. Dentro del mundo de la gastronomía, destaca por sus características únicas que marcan la diferencia con cualquiera de los otros tipos de queso. Algunos de los elementos que hacen que se trate de un producto tan especial, son la leche o su proceso de maduración, entre otros de los que vamos a hablar a continuación,

Al contrario de lo que sucede con los quesos de leche de vaca o cabra, el queso de oveja se elabora única y exclusivamente con leche de oveja. Una leche con mayor riqueza en minerales como el calcio, proteínas y grasas que aportan al queso una textura de mayor cremosidad, intensidad y complejidad en los sabores.

Ofrece una interesante variedad de texturas y sabores, en función del proceso de maduración al que se someta, lo que puede dar como resultado quesos suaves y cremosos, hasta quesos firmes y granulosos, con textura arenosa. El sabor puede variar desde la mayor suavidad y delicadeza al paladar a intenso y picante, deleitando a todo tipo de paladares.

Sobre su proceso de maduración, es una parte esencial para lograr esas texturas y sabores reseñados. La forma en la que se cura y madura el queso de oveja es la clave para desarrollar ese perfil de sabor. A mayor tiempo de curación, sabores más profundos y textura con mayor firmeza. El proceso de envejecimiento, hace posible que se desarrollen sabores y aromas, imposibles de encontrar en otros quesos.

A nivel nutricional, el queso de oveja no es solo un manjar para el paladar y el deleite de los sentidos. Constituye una excelente fuente de proteínas de alta calidad, calcio y ácidos grasos esenciales. Nutrientes necesarios para mantener una buena salud de los huesos y un sistema inmunológico saludable.

En nuestro país, al igual que en otros de la cuenca mediterránea, existe una larga tradición quesera, sobre todo de producción de queso de oveja. Obviamente un claro ejemplo de ello es nuestro queso manchego. Se trata de quesos que representan parte de la cultura e historia gastronómica de las diferentes regiones.

Para aquellos que tienen sensibilidad a la lactosa, deben saber que el queso de oveja curado, es bajo en la misma, por lo que se trata de una excelente opción. El proceso de fermentación y curación al que se somete, reduce de forma significativa el contenido en lactosa, convirtiéndolos en más digestibles que los quesos frescos o de leche de vaca.

Respecto a nuestro querido y archirreconocido queso manchego, podemos decir que se trata de una variedad de queso de oveja exquisita. A parte de ser la más famosa, se la conoce por su sabor característico y su textura firme, siendo el ejemplo perfecto para comprobar la versatilidad del queso de oveja.

Tiene una Denominación de Origen Protegida que garantiza su calidad y autenticidad. Ofrece una amplia variedad de curaciones que van desde el tierno al muy curado, con sabores únicos en cada pieza. Es ideal para consumir en tablas de queso, platos cocinados o, simplemente solo, con un buen vino.

Debido a sus propiedades nutricionales y a que posee un mayor contenido de grasa respecto a otros tipos de queso, se recomienda un consumo moderado. Aporta numerosos nutrientes buenos para la salud por lo que debe formar parte de una dieta saludable. Combinado con alimentos como frutas, verduras y hortalizas, se convierte en el aliado perfecto de la dieta mediterránea.

Hablemos de sus beneficios

No nos cansamos de repetirlo, el queso de oveja es un delicioso componente de la gastronomía nacional, pero también lo es para la dieta y nuestra salud. Veamos con detenimiento las bondades que el queso de oveja tiene para nuestro bienestar.

Como buen queso y producto derivado de la leche, posee un alto contenido en calcio que lo convierte en un alimento excelente para mantener los huesos y dientes en buen estado. El calcio, como mineral es esencial para fortalecer dientes y huesos, además de prevenir enfermedades como la osteoporosis.

Su mayor índice de ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, son un excelente aporte para la salud cardiovascular. Estas grasas denominadas como saludables, ayudan a reducir los niveles de colesterol “malo” y aumentar los del “bueno”. Esto contribuye a reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Retomando el asunto de la lactosa y su intolerancia, el queso de oveja, sobre todo curado, resulta más fácil de digerir. Algunos quesos contienen probióticos por lo que ayudan a mantener un equilibrio de bacterias en el intestino mejorando la salud gastrointestinal.

El queso se considera como un alimento proteico, debido a que su composición cuenta con elevados niveles de este nutriente. El queso de oveja, es una excelente fuente de proteínas de alta calidad, indispensables para la reparación de los tejidos, el desarrollo y regeneración muscular y la producción de enzimas y hormonas. Estas proteínas son muy importantes sobre todo para deportistas, personas de avanzada edad y convalecientes.

Consumir queso de oveja, aporta grandes beneficios para el sistema inmunológico. Algunos de los componentes como el zinc o las vitaminas A y B12, tienen un papel relevante en el fortalecimiento del sistema inmune. Estos nutrientes contribuyen a proteger el organismo de infecciones que pueden debilitarnos.

La vitamina A que podemos adquirir al consumir queso de oveja, es fundamental para mantener una buena salud de la piel y los ojos. Ayuda a mejorar la visión en condiciones de poca visibilidad y mejora la regeneración de la piel.

En conclusión, el queso de oveja, debe formar parte de una dieta sana y variada que esté equilibrada. Puede aportar las grasas necesarias, así como proteínas y micronutrientes esenciales, aspectos importantes sobre todo en dietas que persiguen un aporte nutricional completo a base de alimentos naturales y variados.

Sin embargo, para que se cumplan todos estos puntos, no hay que olvidar que el queso de oveja debe conservarse en perfectas condiciones. Sin una conservación adecuada y correcta, los aportes nutricionales variarían debido al deterioro de los mismos. Por lo tanto, para mantener sus propiedades organolépticas y prolongar su vida, algunos consejos al respecto son mantener la temperatura adecuada, un lugar fresco, entre cuatro y ocho grados, ralentiza el proceso de maduración y evita el desarrollo de mohos.

Mantenerlo en una envoltura adecuada permite conservar mejor el queso. Si utilizamos un papel especial para quesos o, en su defecto, papel pergamino, el queso respira y evita que se acumule la perniciosa humedad. El plástico es mejor evitarlo.

Indispensable es controlar la humedad para procurar una mejor conservación. Un ambiente demasiado seco, puede endurecer el queso y reducir su sabor, mientras que uno demasiado húmedo fomentara la proliferación de moho. Lo ideal es mantenerlo en una humedad relativa del ochenta y cinco por cien.

En cuanto a su consumo, lo mejor es cortar pequeñas porciones y conservar el resto tal cual en su forma de origen, así se mantiene su integridad y se evita que se seque o deteriore. Sabiendo todo esto, no es de extrañar que el queso, tenga tantos seguidores.

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